viernes, 25 de febrero de 2011

Alejandro Magno: cuatro batallas decisivas e innumerables ciudades con su nombre

Cuatro grandes victorias en nueve años harán a Alejandro dueño de un inmenso Imperio:
La del Gránico (mayo de 334 a.C.), en Frigia, no lejos de la antigua Troya, contra los persas, al mando de sátrapas locales. Alejandro se ve rodeado y llega a ser derribado, pero acude en su ayuda Clito el Viejo, uno de sus más fieles generales. La falange arrolla a la caballería persa y sus aliados de Asia Menor, que huyen en desbandada.




La de Isos (octubre de 333 a.C.), en las montañas sirias, frente a Darío III. Los bárbaros son aplastados por la falange macedonia y Darío huye abandonando su carro de guerra, su oro, a su mujer, sus hijas y su propia madre (a las cuales tratará Alejandro con toda consideración).



La de Gaugamela (octubre de 331 a.C.), en el corazón del actual Irak. Los griegos descubren horrorizados los carros falcados (con guadañas en las ruedas) y los elefantes, y pierden más de mil caballos y cinco mil hombres, según Arriano. Pese a todo, los macedonios vencen y Darío huye nuevamente, pero será cobardemente asesinado por sus propios generales.



La del Hidaspes (mayo de 326 a.C.), en el actual Pakistán. Alejandro se enfrenta al rey indio Poros, que ha reunido 30.000 soldados de infantería y arqueros y un centenar de elefantes de combate. Tras ocho horas de agotador combate, herido y exhausto, Poros se rinde.

Cuando Alejandro partió de Grecia, su intención declarada era vengar a los griegos de las humillaciones sufridas por sus antepasados durante las Guerra Médicas, ciento cincuenta años antes, y proteger las ciudades griegas orientales de la hegemonía aqueménida, pero luego obligará a su ejército a seguir avanzando más hacia el este: Licia, Frigia, Siria, Egipto, Babilonia, Media, Partia, Bactria… Pese a la muerte de Darío en el verano del 330 a.C., continúa hacia Sogdiana, cerca de la India, soñando con un reino universal. Sus hombres se quejan; quieren regresar a su patria. Camino de vuelta, Alejando muere (323 a.C.) y su Imperio se divide, pero ha dejado tras él un buen número de ciudades que llevan su nombre: de Alejandría de Egipto a Alejandría de Aria (hoy, Herat) y Alejandría del Cáucaso, de Alejandría de Aracosia (hoy, Kandahar) a Alejandría Escate (la Más Extrema), son  escaparates de la cultura griega, como islotes en tierras lejanas. 



La más célebre, Alejandría de Egipto, fue fundada oficialmente el 20 de enero del 331 a.C. sobre un terreno de arenisca poco favorable pero en situación estratégica inmejorable, al ser lugar obligado de paso para todas las mercancías que circulan entre Egipto y el Mediterráneo. El propio Alejandro señaló con harina el circuito sobre el que debían levantarse las murallas; una bandada de pájaros acudió volando a comérsela, lo que fue interpretado como señal de que muchos extranjeros vendrían a habitar la ciudad y que ella daría alimento a muchos hombres. La leyenda cuenta que Alejandro recibió sepultura en sus cercanías. La ciudad creció en población gracias al comercio, y allí se levantó, en el año 290 a.C. y en la isla de Faro, el célebre monumento de igual nombre, una de las siete maravillas del mundo antiguo, mientras que la no menos célebre Biblioteca llegó a albergar más de 700.000 manuscritos y fue depositaria de todo el saber antiguo.

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