jueves, 22 de marzo de 2012

Más locuaces que Alcestis cuando regresó del Hades...

       Alcestis es, en la mitología griega, la joven y fiel esposa del rey Admeto, que se ofrece a morir en lugar de él cuando la Muerte viene a buscar a su marido. Admeto podía seguir viviendo a condición de encontrar a alguien dispuesto a morir en lugar de él. Sus suegros, aunque de edad avanzada,  se negaron a hacerlo, pues, pese a ser viejos, "ver la luz"  también era dulce para ellos. Alcestis, tierna madre de hijos pequeños, sí aceptó entregar su vida a cambio de la de su esposo, pero cuando Heracles se la arrebata a puñetazos a la Muerte para consolar la pena del amigo que acaba de quedar viudo, Alcestis no cuenta nada de las cosas del más allá, pues no habla. Así ocurre en la Alcestis de Eurípides, justificándolo Heracles porque la ley divina ordena que no tenga voz hasta que se purifique de su consagración a los dioses infernales y pasen tres días (versos 1144 ss.).



       

            A diferencia de lo que ocurría con una de las centurionas, que,  al igual que Alcestis, se había quedado completamente sin voz y, como dice el proverbio, "más muda que un pez" (sin poder echar la culpa de su afonía al desorden y al tumulto de la tropa), los Contubernales que acudieron el pasado 15 de marzo a la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid para recoger  un premio a la innovación educativa que les había concedido la Delegación de Madrid de la Sociedad de Estudios Clásicos,   se mostraron (vencido un cierto nerviosismo inicial) locuaces y desenvueltos y expusieron la experiencia realizada,  tras una breve introducción de carácter más académico realizada por la  co-centuriona dotada de voz. Luego posaron junto al escudo de la Facultad, de Filosofía y Letras que combina una antorcha y una columna, símbolos del saber (la Filosofía) y de Grecia y Roma (y las lenguas clásicas: el griego y el latín).


          Cruzar el Leteo hace un año no nos ha hecho olvidar lo que sabemos. Algunos Contubernales cursan ya estudios universitarios, otros están próximos a iniciarlos, aunque a los más jóvenes les espera  todavía otro año en la milicia. Continuaremos nuestra marcha, fieles a nuestra divisa: Cave quid facias!


domingo, 18 de marzo de 2012

Lisístratas en Líbano

        ¿Y ahora dónde vamos?, película de la directora libanesa Nadine Labaki en cartel en estos días y que tiene como tema principal hasta qué extremos están dispuestas a llegar las mujeres  para evitar que los hombres (sus esposos, sus hermanos, sus hijos) se maten entre sí, trae enseguida a la memoria el tratamiento del pacifismo panhelénico de las griegas en la Lisístrata de Aristófanes. El conflicto se da en la película entre cristianos y musulmanes, y en la comedia entre atenienses y espartanos, pero en ambos casos  se trata de una guerra que enfrenta a miembros de un mismo pueblo, de una  raza común.



         Nada más empezar, un coro de enlutadas mujeres hace su entrada danzando, con las fotografías de sus amados muertos en las manos. Se dirigen juntas al cementerio, pero al llegar allí, se convierten en dos semicoros: unas se dirigen a tumbas de cristianos, y otras a las de musulmanes. Este comienzo parece apto para una tragedia -luto, lamentos...-, pero la directora ha preferido que la película fuera tanto una comedia como un drama porque "burlarse de las desgracias es una manera de sobrevivir y encontrar fuerzas para seguir adelante".


        Es aristofánica (y un rasgo propio del héroe cómico en general) la facilidad de las mujeres para  inventar toda clase de ardides que desactiven, uno tras otro, los continuos conflictos que se suscitan entre los hombres, los cuales no necesitan gran cosa para salir inmediatamente en busca de las armas que guardan escondidas, exigiendo cumplida venganza. Todos viven en un pueblo de montaña muy aislado, del que apenas salen, y estas mujeres "pacifistas" cuentan con un cierto grado de complicidad del sacerdote y del imán. Por cierto, en cosas de religión al primero nos lo muestra la directora como un hombre tolerante; al segundo, ya se encarga de no ponerle en situación comprometida.
        En esta fábula moderna, los varones se dejan engañar y distraer fácilmente,  de manera que el elemento principal empleado por Lisístrata y sus aliadas para lograr la paz -la abstinencia sexual hasta que acabe el conflicto-, se descafeína convertido en la llegada al pueblo  de un grupo de despampanantes rusas, de vida alegre, contratadas por las propias mujeres del lugar, con cuyo atractivo erótico y mundano parece obligado que olviden sus rencillas los hombres. Ellos son muy "básicos", ellas muy "astutas". Tópicos de la comedia.






      Destaco finalmente el empleo del coro "a la griega", separando episodios, y en especial la preparación de una comida repleta de sustancias estupefacientes, mientras las palabras del canto acompañan la acción. Dijérase que estar  perpetuamente "colocados" es la única solución  posible a un conflicto que tiene visos de no acabar...

viernes, 16 de marzo de 2012

Deja de ser un mujeriego...

          De Pánope a Eutibulo:
         Eutibulo, cuando tú me tomaste por esposa yo no era una mujer marginada ni de oscuro origen, sino, por el contrario, el fruto de unos dignos progenitores. Ellos concertaron contigo un compromiso matrimonial de su hija y heredera para la procreación de hijos legítimos. Pero tú, por darle gusto a la vista y haberte entregado a todo género de placeres amorosos, me has deshonrado a mí y a nuestras hijas, y te has enamorado de una extranjera a quien acogió el Pireo para desgracia de sus amantes. Tú, deseando desplazar a codazos a tus rivales, le envías algún objeto de oro, ya que tienes constancia de que eres demasiado maduro para ella y de que estás casado desde hace muchos años, así como de que eres el padre de unas hijas que no son precisamente unas niñas pequeñas.
       Deja de ser un libertino y un mujeriego. En caso contrario, has de saber que me marcharé a casa de mi padre, quien, por supuesto, no me mirará con malos ojos y te denunciará ante la justicia por malos tratos.


La vida de las mujeres, en un mosaico de Túnez

          En Grecia se perseguía únicamente el adulterio de la esposa, no del marido. El texto anterior es un extracto de una de las Cartas de Alcifrón, un autor tardío. En el siglo II a.C. una mujer podría  pedir cuentas al marido por su mal comportamiento conyugal, pero en la Atenas del siglo V sólo se conocen tres casos de divorcios instados por esposas, en cuyo caso era necesaria la mediación del padre o de un pariente varón.  Hipareta, la esposa del noble Alcibíades, se hizo famosa por marcharse de casa y pedir el divorcio al magistrado al que debía recurrir, pero el caso terminó cuando él la recondujo a casa a la fuerza sin que nadie lo evitara.



         En la Atenas clásica, el adulterio era severamente castigado, y el varón era considerado legalmente culpable, mientras que la mujer era considerada parte pasiva. El marido de una mujer adúltera o violada tenía que divorciarse de ella. En este caso, la mujer ya no podría participar en ceremonias públicas o llevar joyas, y muy probablemente no volvería a encontrar marido. Los hijos quedaban, naturalmente, con el padre El castigo por violación (una multa en dinero) era inferior al castigo por seducción, que implicaba una relación más larga en la que el seductor accedía, por medio de su amante, a las posesiones del marido, por lo que éste podía incluso matarle. Las mujeres estaban siempre bajo la custodia de un hombre: padre, marido, hijo, pariente varón o tutor. Un padre podía disolver el matrimonio de su hija, ya que lo que se tenía en cuenta a la hora de concertar un matrimonio eran razones de índole política o económica, y no era extraño que los novios se conocieran el día de la boda. Y en las familias poderosas de Atenas, era frecuente el matrimonio entre parientes.

Paradigma mítico de la adúltera, según sus detractores: Helena de Esparta


         En época helenística, y en algunas ciudades, ya muchos matrimonios se hacían por deseo de ambos contrayentes y era posible que la mujer se divorciara y  que los hijos permanecieran con la madre, aunque el padre debía mantenerlos, ya que era él quien solía quedarse con las propiedades comunes. Una mujer podía incluso hacer constar en el contrato matrimonial la prohibición de traer al hogar una segunda esposa, o una concubina o amante joven, tener hijos con otra mujer, etc. El mundo empezaba a ser distinto, y en ciudades como Esparta había muchas mujeres ricas, aunque en Atenas ellas seguían sin emanciparse legal o económicamente.

Dos escuelas filosóficas propuganaban la emancipación: la epicúrea y la cínica. El ejemplo más conspicuo fue el de la filósofa cínica Hiparquia, la mujer de Crates, que se jactaba de haber empleado su tiempo en educarse en lugar de trabajar en el telar.


Paradigma mítico de la esposa fiel: Penélope, ante el telar, con su hijo
        

viernes, 9 de marzo de 2012

Esposas como es debido

       En una obra de Jenofonte, Económico (ca. 380 a.C.), Sócrates y un rico terrateniente, Iscómaco, hablan sobre la educación que éste ha dado a su esposa, hasta que llegó a ser como es debido (VII 4-6, 10 ss.), es decir, una buena administradora (la economía es, literalmente, la administración del hogar).

Alcestis y Admeto (Cirene, Libia)
       Ella,  no sabía absolutamente nada antes de casarse, como es natural, porque, asegura Iscómaco, vino a mi casa sin haber cumplido los quince años, y antes vivió rodeada del mayor celo para que viera, oyera y hablara lo menos posible. Conclusión: Me pude dar por satisfecho si vino a mi casa sabiendo hacer un manto, si se le daba lana, o habiendo visto cómo se reparten entre las esclavas las tareas de la hilanza. Y, cuando ella ya  se había habituado a mí y se mostraba dócil para entablar conversación, le planteó la finalidad con que suegro y yerno habían concertado el matrimonio: Yo, con vistas a mi provecho, y tus padres, con vistas al tuyo, pensamos en quién elegir mejor como partícipe del hogar y de los hijos... Ahora esta es  la hacienda lo que tenemos en común. Yo ingreso en el fondo común cuanto poseo, y tú entregaste al fondo común cuanto trajiste como dote... Propio de hombre y mujer juiciosos es actuar de modo que el patrimonio común aumente lo más posible por medios honrados.
        Las dos tareas, pues, de la esposa (ateniense) como es debido son, pues, los hijos y la casa (como sigue siendo en buena parte del mundo actual). Y esto es así por decisión divina: La divinidad, según pienso, hizo apta desde un principio la naturaleza de la mujer para las labores y el cuidado de las cosas de adentro, y la del varón para las labores y ciudados de fuera. El hombre está -afirma Iscómaco (VII 22-25, 30-31)- hecho para soportar el frío, el calor, los viajes y la guerra; la mujer tiene una naturaleza más delicada, y a ella, en el reparto, la divinidad le ha dado mayor cariño y ternura hacia los recién nacidos que al hombreY además, como para vigilar es bueno ser asustadizo, la mujer es más miedosa que el hombre.Ya lo decía Menandro : Es propio de una mujer excelente guardar la casa (Sentencias 141) , o  Una mujer virtuosa es el timón de su casa (Sentencias 155).

Mujer con niña ( Museo Arqueológico de Tarento)
 
         El hogar es su reino: A la mujer le trae más honra recogerse en casa que vivir en la calle; para el varón, en cambio, es más vergonzoso permanecer en casa que ocuparse de los asuntos de fuera. Si alguien actúa contra los designios de la divinidad... es castigado por descuidar sus propias tareas o hacer las de su mujer.
 
      Y ahora unos consejos para ser una mujer decente. No debe maquillarse para parecer más bella o  recurrir a zapatos altos para aumentar su estatura. Es como usar moneda falsa ( X 2-5). Para ser hermosa y estar sana, Iscómaco aconseja a su esposa que no esté siempre sentada, como una esclava, sino que procure  hacer algo en el telar, vigilar a las mujeres de la cocina, vigilar que todo esté en su sitio y lo más útil de todo (X 11-12): También dije que era un buen ejercicio humedecer y amasar la harina, y sacudir y doblar los vestidos y las mantas. Con tal ejercicio comerás con más apetito, gozarás de mejor salud y tendrás de verdad mejor color. Como afirmaba Menandro : El adorno de una mujer es su carácter, no sus joyas (Sentencias 148) .


Mujer cubierta junto a la ventana (Museo Arqueológico de Tarento)



      Pese a todo, esa mujer perfecta, incluso convertida en madre, como la esposa del Eufileto que conocemos por Lisias en su Defensa de la muerte de Eratóstenes (6 ss.), excelente ama de casa, ahorrativa y exacta administradora de todas las cosas, a veces (suponemos que las menos) conoce a alguien en una de sus escasas salidas del domicilio (al entierro de la suegra en este caso) y termina incurriendo en adulterio. Si los sorprende en flagrante delito y tiene testigos, el marido puede matar al adúltero sin tener que responder del crimen  a condición de matar también a la mujer. Eufileto no acabó con la vida de la infiel, y así  se ha convertido para nosotros en el perfecto modelo del "marido (griego) engañado". ¿Quién se lo iba a decir a Eufileto, quien, tras casarse, había tenido buen cuidado de vigilar  a su esposa cuanto le era posible, pero luego, tras nacerles un hijo, creyó llegado el momento de confiar tanto en ella que incluso la dejaba dormir en el piso de abajo con el niño para que  los berreos  nocturnos no le molestaran,  facilitando, plácidamente dormido en el piso de arriba, los escarceos nocturnos de su media naranja? Últimas citas de Menandro, aviso para atenienses: No confíes en una mujer ni en su lecho de muerte (Sentencias 171), pues las mujeres son hábiles para maquinar tretas (Sentencias 194).

 (Para Económico de Jenofonte recomiendo la traducción de Juan Gil, Madrid, 1967; para Sentencias de Menandro la de Rosa Mª Mariño y Fernando García Romero, Madrid 1999)

jueves, 8 de marzo de 2012

Mujeres en la fuente (en el día internacional de la mujer)


        La vida de las mujeres, hijas y esposas de ciudadanos adinerados, discurría en la Atenas clásica en el interior del gineceo (literalmente la casa de las mujeres), la parte de la casa en el piso de arriba o lo más retirada  posible de la puerta de entrada y la sala de recepción del varón, de donde salían sólo con ocasión de fiestas religiosas o funerales. Tener a la esposa en casa era la manera más simple de garantizar la paternidad de los hijos nacidos de ella y evitar que pudiera despertar el deseo de otros varones, capaces incluso de recurrir a una  intermediaria para intentar seducirla. Las concubinas llevaban una vida similar a las esposas, y únicamente las esclavas se dejaban ver siempre que el trabajo lo requiriera. El varón iba a la compra, acompañado de un esclavo que cargara con el peso y llevara a casa lo adquirido para que las mujeres fueran preparando la comida mientras él se entretenía con los amigos en el ágora o el gimnasio.

        La mujer pobre tenía que trabajar para vivir. Las que no lo eran, confinadas en el hogar, se relacionaban  unas con otras a través de las azoteas. Y cuando acudían a la fuente a recoger agua para una celebración religiosa, elegantemente ataviadas, entablaban también animadas conversaciones, disfrutando, probablemente, de una actividad tan poco habitual.

        Las muchachas de la hidria del Pintor de la Fuente de Madrid (520 a.C.), una de las joyas del Museo Arqueológico Nacional, no son esclavas obligadas a transportar pesados recipientes con agua, ni trabajadoras a sueldo. Pero el trabajo doméstico es  trabajo. Hoy es un buen día para recordarlo.

martes, 6 de marzo de 2012

Instituciones políticas de Atenas

        La monarquía tradicional y de carácter hereditario existente en Atenas evolucionó en los siglos IX y VIII a.C. hacia un tipo de gobierno aristocrático y presidido por tres arcontes, que desempeñaban el poder político (arconte epónimo), militar (arconte polemarco) y religioso (arconte rey), respectivamente.   Las luchas sociales del siglo VII y una mayor complejidad jurídica llevaron al nombramiento de seis ciudadanos conocedores de estos temas, llamados tesmótetas, los cuales formaron, junto con los tres arcontes -a los que se añadió un secretario- el colegio de los arcontes.

         Solón (elegido arconte en 594 a.C.) tuvo que acometer una reforma de la estructura política de Atenas para privar a la aristocracia del monopolio del poder, ya que  diversas circunstancias habían llevado a la expropiación casi generalizada de las tierras de los pequeños labradores y muchos de ellos, junto con sus familias, habían pasado a ser esclavos de los ricos terratenientes que les habían ofrecido préstamos que  ahora no podían devolver.
       Solón dividió a los atenienses en cuatro clases sociales según su nivel de ingresos en trigo y aceite y la clase inferior (tétes, obreros a sueldo) sólo tenía derecho al voto en la ekklesía o asamblea de ciudadanos (ἐκκλησία), que podía reunirse con capacidad judicial (heliea, ἡλιαία).
      Para preparar las reuniones de la asamblea, se crea la bulé (βουλή), un consejo de cuatrocientos miembros (βουλευταί) pertenecientes a las tres primeras clases, y el antiguo consejo (el del Areópago) formado por ex-arcontes y presidido por el arconte rey, quedó convertido en guardián de la nueva constitución y encargado de juzgar casos de homicidio.

Atenas- Ágora


        En el año 510, Clístenes, para evitar la formación de grupos clasistas que intentaran atentar contra la democracia, realizó una nueva división del Ática en tres zonas, en función del lugar en que se vivía: ciudad, costa e interior, y dividió en diez distritos cada zona, resultando treinta distritos. La combinación de un distrito de cada zona formaba una tribu (φύλη) y cada tribu contribuía al ejército con una falange de infantería al mando de un estratego electivo, y con un escuadrón de caballería. Los diez estrategos constituían el colegio de los estrategos, presidido por el arconte polemarco.
      La bulé pasó a tener quinientos miembros: cada tribu elegía cincuenta consejeros (varones mayores de 30 años) y los cincuenta consejeros de cada tribu formaban una pritanía (πρυτανεία), que, por riguroso turno entre las diez tribus, constituía una comisión directiva de la bulé durante una décima parte del año (entre 36 y 39 días). Los prítanes se reunían en la tólos, próxima al buleuterio (sede de la bulé), donde comían a expensas del estado y escogían cada día por sorteo un presidente (ἐπιστάτης), encargado de presidir la bulé si se reunía ese día, y que permanecía día y noche en la tólos, por si había una urgencia. Los prítanes convocaban la bulé y la ekklesía, que debatía los asuntos ya tratados previamente en la bulé, por lo que  ésta era el órgano más importante de todo el sistema de Clístenes. Además, para  impedir la instauración de todo poder personal, Clístenes instituyó el ostracismo, pena de destierro por diez años para quien fuera considerado peligroso.


Ptolemaide (Libia)- Bouleutérion



    Temístocles realizó en 487 a.C. reformas constitucionales, ampliando los poderes administrativos y financieros de los diez estrategos, que podían ya ser reelegibles. El mando del ejército pasó al nuevo colegio de los taxiarcos. Los arcontes se elegían por sorteo entre candidatos (de las dos clases  del censo superiores) presentados por las diez tribus, a razón de cincuenta cada una de ellas. Más tarde, Efialtes convierte a la asamblea en defensora de las leyes y la bulé quedó relegada a preparar las reuniones de la asamblea. Comisiones delegadas de la heliea (compuesta por seis mil ciudadanos elegidos por sorteo) controlaban la rendición de cuentas de los magistrados al acabar su mandato.

     Pericles, nombrado varias veces estratego con plenos poderes, permitió a la tercera clase acceder al arcontado e instituyó una dieta diaria para los componentes del consejo y de la heliea, para que dejar el trabajo habitual no supusiera una pérdida gravosa de ingresos. Bajo su gobierno la asamblea  (compuesta por varones mayores de 18 años) se convierte en el órgano omnipotente de la voluntad popular, fácilmente manipulable por los demagogos.
      La bulé se reunía en el buleutérion todos los días, excepto festivos, y sus reuniones las preparaban los prítanes. Realizaba las propuestas de ley, que luego se votaban en la asamblea,  y tenía competencias administrativas y judiciales (investigaba la posible conducta ilegal de los magistrados y juzgaba casos penados con un máximo de 500 dracmas), Además, los consejeros recibían a los enviados de otros estados, se ocupaban de mantener la flota, los puertos, los edificios públicos, los archivos estatales, el culto, los sacrificios, y la recaudación de impuestos y tasas. La asamblea se reunía en la Pnix, por convocatoria de  la bulé, al menos cuatro veces en cada pritanía. Cada ciudadano tenía derecho a hablar en ella y se votaba a mano alzada, aprobándose las propuestas de ley por mayoría, o bien en secreto, como cuando se trataba de un ostracismo (necesitándose, en este caso, un quórum de 6.000 votos).

Pnix (Atenas)- Tribuna de los oradores

           A finales del siglo IV a.C. la asamblea se reunía en el teatro de Dioniso o, en caso de necesidad, en el ágora.

Atenas- Teatro de Dioniso