Hécate- Altar de Pérgamo (Berlín) |
Hécate es hija, según Hesíodo, de Perses y Asteria, ambos descendientes de Titanes; no es, pues, una divinidad olímpica, sino ctónica, y tiene, con el visto bueno de Zeus, muchas atribuciones, algunas de las cuales se solapan con las de Ártemis y Selene: si se la invoca, es benevolente con los hombres y, en especial, cuidadora de jóvenes, y concede el don de la elocuencia, el éxito en las batallas y en los juegos, abundante pesca, ganado… Ella oye los gritos de Perséfone cuando es raptada por Hades, y acompaña a Demeter, antorcha en mano, a interrogar a Helios. Sin embargo, con el tiempo se la va convirtiendo en divinidad inventora de la magia y los hechizos, tan terrible “que hace temblar incluso a los perros” (Teócrito, Las hechiceras 12 ss.) y se la relaciona con el mundo de las sombras, y esta es la faceta con la que es más conocida en la actualidad.
Cuando Hécate lo desea, se aparece a magos y hechiceras llevando una antorcha (pudiéndose confundir en las representaciones plásticas con Perséfone o con Demeter), o con forma de los animales con los que se la relaciona: perra, loba o yegua. Así acaba introducida en la familia de Helios, de la que forman parte las más famosas magas: Circe, Pasífae y Medea. De la relación que existe entre las ellas hay numerosas variantes. Según algunos, Hécate sería hija de Perses y una concubina, esposa de su tío Eetes y madre tanto de Circe como de Medea.
En las encrucijadas de caminos o calles se levantaban estatuas de Hécate, en las que aparece como una mujer con triple cuerpo o con tres cabezas, tal como la representó por vez primera el escultor Alcámenes, según Pausanias, y a sus pies los humanos depositaban ofrendas: dice Aristófanes (Pluto 594 ss.) que los ricos le enviaban comida una vez al mes. En su honor, se sacrificaban perros.
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