viernes, 9 de marzo de 2012

Esposas como es debido

       En una obra de Jenofonte, Económico (ca. 380 a.C.), Sócrates y un rico terrateniente, Iscómaco, hablan sobre la educación que éste ha dado a su esposa, hasta que llegó a ser como es debido (VII 4-6, 10 ss.), es decir, una buena administradora (la economía es, literalmente, la administración del hogar).

Alcestis y Admeto (Cirene, Libia)
       Ella,  no sabía absolutamente nada antes de casarse, como es natural, porque, asegura Iscómaco, vino a mi casa sin haber cumplido los quince años, y antes vivió rodeada del mayor celo para que viera, oyera y hablara lo menos posible. Conclusión: Me pude dar por satisfecho si vino a mi casa sabiendo hacer un manto, si se le daba lana, o habiendo visto cómo se reparten entre las esclavas las tareas de la hilanza. Y, cuando ella ya  se había habituado a mí y se mostraba dócil para entablar conversación, le planteó la finalidad con que suegro y yerno habían concertado el matrimonio: Yo, con vistas a mi provecho, y tus padres, con vistas al tuyo, pensamos en quién elegir mejor como partícipe del hogar y de los hijos... Ahora esta es  la hacienda lo que tenemos en común. Yo ingreso en el fondo común cuanto poseo, y tú entregaste al fondo común cuanto trajiste como dote... Propio de hombre y mujer juiciosos es actuar de modo que el patrimonio común aumente lo más posible por medios honrados.
        Las dos tareas, pues, de la esposa (ateniense) como es debido son, pues, los hijos y la casa (como sigue siendo en buena parte del mundo actual). Y esto es así por decisión divina: La divinidad, según pienso, hizo apta desde un principio la naturaleza de la mujer para las labores y el cuidado de las cosas de adentro, y la del varón para las labores y ciudados de fuera. El hombre está -afirma Iscómaco (VII 22-25, 30-31)- hecho para soportar el frío, el calor, los viajes y la guerra; la mujer tiene una naturaleza más delicada, y a ella, en el reparto, la divinidad le ha dado mayor cariño y ternura hacia los recién nacidos que al hombreY además, como para vigilar es bueno ser asustadizo, la mujer es más miedosa que el hombre.Ya lo decía Menandro : Es propio de una mujer excelente guardar la casa (Sentencias 141) , o  Una mujer virtuosa es el timón de su casa (Sentencias 155).

Mujer con niña ( Museo Arqueológico de Tarento)
 
         El hogar es su reino: A la mujer le trae más honra recogerse en casa que vivir en la calle; para el varón, en cambio, es más vergonzoso permanecer en casa que ocuparse de los asuntos de fuera. Si alguien actúa contra los designios de la divinidad... es castigado por descuidar sus propias tareas o hacer las de su mujer.
 
      Y ahora unos consejos para ser una mujer decente. No debe maquillarse para parecer más bella o  recurrir a zapatos altos para aumentar su estatura. Es como usar moneda falsa ( X 2-5). Para ser hermosa y estar sana, Iscómaco aconseja a su esposa que no esté siempre sentada, como una esclava, sino que procure  hacer algo en el telar, vigilar a las mujeres de la cocina, vigilar que todo esté en su sitio y lo más útil de todo (X 11-12): También dije que era un buen ejercicio humedecer y amasar la harina, y sacudir y doblar los vestidos y las mantas. Con tal ejercicio comerás con más apetito, gozarás de mejor salud y tendrás de verdad mejor color. Como afirmaba Menandro : El adorno de una mujer es su carácter, no sus joyas (Sentencias 148) .


Mujer cubierta junto a la ventana (Museo Arqueológico de Tarento)



      Pese a todo, esa mujer perfecta, incluso convertida en madre, como la esposa del Eufileto que conocemos por Lisias en su Defensa de la muerte de Eratóstenes (6 ss.), excelente ama de casa, ahorrativa y exacta administradora de todas las cosas, a veces (suponemos que las menos) conoce a alguien en una de sus escasas salidas del domicilio (al entierro de la suegra en este caso) y termina incurriendo en adulterio. Si los sorprende en flagrante delito y tiene testigos, el marido puede matar al adúltero sin tener que responder del crimen  a condición de matar también a la mujer. Eufileto no acabó con la vida de la infiel, y así  se ha convertido para nosotros en el perfecto modelo del "marido (griego) engañado". ¿Quién se lo iba a decir a Eufileto, quien, tras casarse, había tenido buen cuidado de vigilar  a su esposa cuanto le era posible, pero luego, tras nacerles un hijo, creyó llegado el momento de confiar tanto en ella que incluso la dejaba dormir en el piso de abajo con el niño para que  los berreos  nocturnos no le molestaran,  facilitando, plácidamente dormido en el piso de arriba, los escarceos nocturnos de su media naranja? Últimas citas de Menandro, aviso para atenienses: No confíes en una mujer ni en su lecho de muerte (Sentencias 171), pues las mujeres son hábiles para maquinar tretas (Sentencias 194).

 (Para Económico de Jenofonte recomiendo la traducción de Juan Gil, Madrid, 1967; para Sentencias de Menandro la de Rosa Mª Mariño y Fernando García Romero, Madrid 1999)

3 comentarios:

  1. Siempre me gustan tus artículos, pero éste me ha gustado especialmente. Podríamos pensar que todas estas cosas nos pillan muy lejos, en la Grecia Clásica, pero qué va: hasta "antesdeayer" las esposas como es debido también tenían que ser así aquí. Y claro, de aquellos barros estos lodos.

    "Y además, como para vigilar es bueno ser asustadizo, la mujer es más miedosa que el hombre", y todavía siguen metiéndonos miedo... http://cartografiavioleta.blogspot.com/2012/03/miedo-ii.html

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    1. Para los griegos el ejemplo de la mujer que es tan resuelta como un varón ("andróboulos" la llama Esquilo en su tragedia "Agamenón"), es Clitemestra, la esposa de Agamenón, y su asesina, en venganza por los graves agravios que éste le había infligido: sacrificar a una hija y meter una concubina en el palacio de vuelta de Troya. Clitemestra es el antiejemplo de la buena esposa. No se arredra ante nada ni necesita a su amante para matar al marido. Esto dice de ella un varón (como si le resultase un hecho extraño): "Hablas, mujer, con sensatez, como lo haría un prudente varón".

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