lunes, 25 de noviembre de 2013

De cómo volar en el teatro ante los ojos de los espectadores y otras maravillas

       Para la puesta en escena de algunas tragedias o comedias, era necesario recurrir a lo que hoy llamaríamos "efectos especiales", por ejemplo si tenía que volar sobre el escenario -o aparecer en las alturas- un personaje (normalmente un dios) o animal (como Pegaso en una tragedia o un escarabajo gigante en comedia), o cuando retumba una tormenta o debe realizarse un asesinato fuera de la vista del público (la muerte en escena era un caso excepcional en el teatro griego).
     
           En la imagen que sigue, una escena de la tragedia de Eurípides Ifigenía entre los Tauros, se distingue claramente el lugar que ocupan los dioses Apolo y Ártemis (arriba), y los humildes mortales (Orestes, Pílades, Ifigenía y una sierva, abajo):


         No debemos esperar artilugios muy complicados: por ejemplo, el  βροντεῖον  (de βροντή, trueno) era un barril lleno de piedras que se hacía rodar sobre una superficie metálica para reproducir el sonido de los truenos. La imaginación, por parte del público, tenía que colaborar para conseguir cierta "verosimilitud" en los efectos buscados, al menos en tragedia, que es seria, mientras que en la comedia importaría menos provocar las risas de los espectadores, o se utilizaría como recurso adicional para aumentar la comicidad de una escena. Hay que tener en cuenta que para el público griego no resultaba extraño contemplar una escena ambientada en las horas nocturnas a plena luz del día, como tampoco lo era que los papeles femeninos fueran interpretados por varones.

       La  μηχανή  (literalmente, máquina) era una grúa colocada tras la escena que permitía sobre todo que un actor volara desde el cielo o hacia él.

       El  ἐκκύκλημα   (o ἐγκύκλημα) era una plataforma móvil que giraba (κυκλόω, girar) para mostrar lo que había ocurrido tras la escena (por ejemplo, un asesinato).

     En la tragedia de Eurípides Hipólito, se empleaba para sacar a escena desde dentro del palacio a Fedra, enferma en su lecho, mientras que las diosas Ártemis o Afrodita aparecían ex machina sobre el llamado θεολογεῖον (el techo del escenario, que en este caso representa un palacio) tal como puede verse en la imagen adjunta según la propuesta de Arnott. 












       En algunos teatros antiguos se conserva la "escalera de Caronte" (Χαρώνειοι κλίμακες), un pasadizo subterráneo que permite aparecer en mitad de la orquestra a un actor que había entrado en él desde detrás de la escena. Era un recurso sencillo que servía para representar la salida del espíritu de un difunto desde el otro mundo.

Teatro de Segesta (Sicilia). Escalera de Caronte. Foto: R. Mariño

domingo, 10 de noviembre de 2013

Diálogo (pseudo)socrático sobre el premio de la SEEC a "Caminando con Ulises"

     SÓCRATES.- Amigo Fedro, ¿dónde vas ahora y de dónde vienes?
     FEDRO.- De un acto de entrega de premios en el que te han mencionado a ti mismo, y eso que quien lo hacía formaba parte de un grupo de sofistas, esos que no se avergüenzan de recibir dinero a cambio de sus enseñanzas.
     SÓCRATES.- ¿Y cuáles fueron sus palabras? Las escucharía de buen grado.
     FEDRO.- Te enterarás si tienes tiempo de escucharme mientras paseamos.
     SÓCRATES.- Por supuesto. ¿Crees acaso que yo no estimaría por encima de cualquier urgencia escuchar lo que allí se dijo?
     FEDRO.- ¿Dónde quieres que nos sentemos para que hablemos de manera más cómoda? ¿Ves aquel grandísimo plátano junto al Paraninfo?
    SÓCRATES.- Sí.
    FEDRO .- Allí hay sombra, y una ligera brisa, y césped para sentarnos, o, si lo prefieres, recostarnos.
    SÓCRATES.- Avanza pues, escoge la postura en que hables con mayor comodidad y habla, pues soy amante de aprender. Los campos y los árboles nada quieren enseñarme, y sí los hombres de la ciudad.
     FEDRO.- Escucha pues: allí se dijo que Odiseo había tenido que marcharse obligado de su patria, y que en los largos años que pasó alejado de su isla padeció fatigas, pero también disfrutó de la vida.
     SÓCRATES.-¿Es acaso disfrutar de la vida pasar un año junto a una mujer que, puesto que no ha podido convertirte en cerdo, te ha tomado por amante o en compañía de otra que al cabo de siete años no está aún dispuesta a renunciar a ti?
     FEDRO.- También se dijo que la nostalgia de Odiseo le llevó a abandonar todo lo bueno que había conseguido por regresar al hogar.
    SÓCRATES.- Sí, por el Perro, pues renunció a la inmortalidad que le ofrecía Calipso, y perdió por obra del marino Posidón las pocas cosas que ella le había dado.
    FEDRO.- ¿Y no es cierto que conservó escondidos en una cueva de su isla los tesoros que le entregaron los feacios para que su vuelta no fuera la de un mendigo?
    SÓCRATES.- Admito lo que dices, pero a todos les resulta evidente que las cosas materiales nada son al lado de lo importante: los padres, la esposa, el  hijo.
     FEDRO.- En esto, amigo, tienes razón: allí se dijo que al optar por el regreso sabía que en su casa faltaría ya su madre (el propio Odiseo la había visto salir sin vida del Hades), su padre sería un anciano necesitado de ayuda, su esposa habría perdido la lozana juventud y el rostro de su hijo le sería totalmente desconocido.
     SÓCRATES.- Pero, bienaventurado Fedro, ¿no querrías pasar directamente a las palabras en que se habló de mí sin pedir permiso alguno? ¿O tendré que obligarte a ser más breve?
     FEDRO.- Nada me gustará más que informarte sobre lo que preguntas. Allí se dijo que se aprende paseando al aire libre y por eso tales sofistas y los discípulos de los que se sienten tan orgullosos  van y vienen entre árboles y flores, rodeando los estanques, metiéndose en grutas y en una casa de fieras para escuchar lo que Homero narró como si las Musas melodiosas contribuyeran en algo a un mayor conocimiento de las cosas antiguas. Y aseguran que tú eres el maestro que les ha enseñado a salir de sus cubículos y a buscar la inspiración bajo el cielo azul.
     SÓCRATES.- ¡Oh, amigo Fedro! ¿Y te parece que en esto último han pasado, si me fuera permitido decirlo, por un trance de inspiración divina o  han expresado desvergonzadamente sus discursos?
     FEDRO.- Mucho podríamos hablar al respecto, y examinar la verdad del dicho que afirma que mucho mienten los aedos, pero marchémonos, Sócrates, puesto que se ha mitigado el calor y veo que se acerca hacia nosotros uno de aquellos sofistas dispuesto a pedirnos cuenta de nuestras palabras si reconocemos que, verdaderamente, lo que dicen son necedades revestidas de hermosas palabras.
     SÓCRATES.- ¿Y no convendría antes de marcharnos elevar una plegaria a los dioses de estos lugares?
     FEDRO.- Desde luego.
     SÓCRATES.- ¡Oh, Pan querido y demás dioses del lugar! Concededme que mi nombre se emplee con sensatez y que por muchos años se considere rico al sabio y se desee la belleza interior antes que la exterior. Y que esos sofistas, aún cobrando buenos dineros, sean capaces de infundir en sus alumnos la idea de que las cosas que verdaderamente merecen la pena son difíciles, pero no debemos renunciar jamás a ellas.
      FEDRO.- Suplícalo también en mi nombre, pues son comunes las cosas de los amigos.
      SÓCRATES.- Vámonos, pues.

                              V Premio Innovación Educativa Delegación de Madrid SEEC (Foto: O. Martínez)

Algunos de los sofistas premiados (Ángeles Patiño, Ana Heydt, Lucía Rodríguez, Conchita Valcárcel y Rosa Mariño) con sus alumnos.


domingo, 27 de octubre de 2013

Leer y escribir: la Villa de los Papiros

           La llamada "Villa de los Papiros" era una lujosa villa suburbana, construida junto al mar en Herculano, que quedó sepultada bajo la lava por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., la misma que arruinó Pompeya. Conocida desde 1750 gracias a las excavaciones arqueológicas que impulsaba allí el rey Carlos III, esta villa proporcionó, entre 1752 y 1754, centenares de papiros carbonizados que se encontraban en la biblioteca de la villa, una biblioteca privada de época republicana, la única de la Antigüedad que ha llegado hasta nuestros días. Su propietario era Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, seguidor de las doctrinas de Epicuro y suegro de Julio César. Las obras conservadas, en griego y, en menor medida, en latín, eran casi en su totalidad de carácter filosófico (Epicuro, Metrodoro, Carnisco, Colotes de Lámpsaco, Polístrato, Demetrio Lacón y Filodemo de Gádara).

Raspador, tablilla cuádruple, tinteros, estilo y rollo de papiro, Pompeya, s.I d.C.


          Hasta el 23 de abril de 2014, puede visitarse en Madrid, en La Casa del Lector una exposición muy interesante sobre la Villa de los Papiros dividida en dos partes. La primera es Lectura, Herculano, año 79, con reconstrucciones virtuales de la villa (sobre todo el peristilo, el tablinum y la biblioteca) y ejemplos notables de soportes de la escritura pública y privada, como papiros carbonizados, y entre ellos -aunque dentro de la segunda parte de la muestra- el famosísimo PHerc. 1672, de casi cuatro metros de longitud con la Retórica de Filodemo de Gádara (filósofo y poeta del siglo I d.C., amigo del dueño de la villa), tablillas de cera, inscripciones, leyes, calendarios, diplomas y grafitos, además de frescos pompeyanos en los que se representan escenas de lectura y escritura.

Cupido entrega a Polifemo una tablilla, tal vez de Galatea

       La segunda parte de la exposición, Relectura, Herculano, año 1750, presenta los procesos artísiticos, científicos y editoriales a que dieron lugar en el siglo XVIII estos hallazgos. Destaca la máquina que ideó el padre escolapio Antonio Piaggio (1713-1796) para desenrollar los fragilísimos papiros carbonizados hallados en la villa, y que permitió el nacimiento de la papirología, ilustrándose su empleo mediante una reconstrucción virtual. Se exponen también los vaciados de las esculturas halladas en la villa que se enviaron a España para Carlos III y bellísimos volúmenes de gran formato ilustrados con los hallazgos de Pompeya y Herculano, editados por la Stamperia Reale.



          El celebérrimo retrato de Terencio Neo y su mujer (él con un rollo de papiro en la mano, y ella con el estilo y una tablilla) despide a los visitantes, tendiendo un efectivo puente visual entre su mundo y el nuestro.


domingo, 20 de octubre de 2013

Cantas como si navegaras hacia Delos

    Eso decía un proverbio antiguo (Zen. Par. II 37), refiriéndose al que "es despreocupado y amante del placer. Porque la navegación hacia Delos es fácil y los que llegaban allí solían cantar despreocupadamente cuando navegaban".

    Quien escribió la explicación del proverbio, no debía de tener en mente lo que sobre el viaje a Delos, la isla ceñida por las corrientes en la que nació el hijo de Zeus y Leto, dice el autor del Himno Homérico a Apolo (vv. 27, 165 ss.):  

"Sedme propicio Apolo, junto con Ártemis. Y en adelante acordaos de mí cuando alguno de los hombres de la tierra, un extranjero que llegue aquí después de haber sufrido mucho, os diga:  -¡Muchachas! ¿Quién es el más dulce varón de los aedos que aquí os frecuentan?."

    No se tarda más de media hora en llegar a la árida Delos (Patrimonio de la Humanidad)  desde el puerto de Míconos,  pero el trayecto no debe de ser "coser y cantar" cuando la climatología desaconseja la navegación. Hasta que llegue el momento, puede echarse un vistazo a la isla aquí, siguiendo unos fragmentos del Himno a Apolo antes mencionado.

Delos desde el monte Cinto (Foto: R. Mariño)
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Traducción del proverbio de R. Mª Mariño Sánchez-Elvira y F. García Romero, en Proverbios griegos. Menandro, Sentencias, Ed. Gredos, Madrid 1999,  p. 102.
Traducción del fragmento del Himno Homérico a Apolo de A. Bernabé Pajares, en Himnos Homéricos. La Batracomiomaquia, Ed. Gredos, Madrid 1978, p. 113.
 

jueves, 17 de octubre de 2013

Es peligroso no obedecer a papá...

      Pobre Ícaro, ahí, caído, con las alitas intactas pero las extremidades rotas ante el templo de la Concordia de Agrigento. Un escultor moderno te ha trasladado hasta Sicilia, donde desde luego podrán verte muchos más caminantes que bajo las aguas del mar al que diste el nombre, junto a la bella Icaria.


Ícaro (Foto: Rosa Mariño)

         Dédalo, tu padre, no paraba de inventar. Había construido el Laberinto, para que el rey Minos alejara de la vista de los hombres al monstruoso hijo que su mujer, Pasífae, había concebido con un toro y tenía parte de humano y parte de bestia, el Minotauro. Antes, había preparado una vaca de madera para que la reina lograra ser objeto de la atención del toro del que ella se había enamorado (una sofisticada venganza de Posidón, deseoso de castigar a Minos por no haberle ofrecido un sacrificio que le había prometido), y  dicen que además le dio a Ariadna el ovillo que permitiría a Teseo salir del Laberinto tras haber matado al Minotauro. Minos debía de estar ya harto de tu padre  cuando, tras huir juntos su hija Ariadna y Teseo, os encerró a los dos allí dentro. Y a tu padre se le ocurre que la mejor forma de escaparse es fabricando dos pares de alas, con las plumas pegadas con cera, y te advierte que no vueles ni demasiado bajo ni demasiado alto. Hay que comprender que, demasiado entusiasmado con semejante experiencia, intentaras subir tanto que el sol derritió la cera de tus alas y caíste al mar, perdiendo la vida. Cerca de una isla, a la que tu padre llamó Icaria, antes de seguir su camino hacia Sicilia.
         Esta versión es mucho más poética que la que pretende que eras, simplemente, un mal navegante (porque nadie se cree lo de que un hombre vuele con alas artificiales) y te habías ahogado,  en soledad, buscando a tu padre, o en tu propia barca, detrás de la de Dédalo.

           ¿Y dónde estaba la madre protectora que esperaríamos a tu lado, como Tetis con Aquiles, o Dánae con Perseo? A saber. Como era una esclava, nadie se acuerda de ella.

            De todas formas, morir por desobedecer a un adulto (ser un joven rebelde, con o sin causa) queda mucho mejor que perecer por patoso (no saber manejar la vela, o, peor aún, caerse al agua al intentar saltar a tierra).

              Ícaro, no reniegues nunca de tus alas.
            
           

martes, 10 de septiembre de 2013

Bienvenida al nuevo curso desde el Ponto Euxino

        Este año, damos la bienvenida al nuevo curso con imágenes de una de las colonias más importantes que fundaron los griegos en una pequeña isla junto a las orillas del Ponto Euxino (Mar Negro), a la que pusieron el nombre de Mesembria (Nesebar en la actualidad, en Bulgaria, ciudad declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y unida por un istmo a tierra firme, como puede verse en la imagen de más abajo).
        Su situación, como puerto, era buena entonces (aunque no tanto como la de la vecina Apolonia del Ponto, la actual Sozopol) y en los tiempos que corren se ha convertido en, además de un atractivo destino cultural (gracias a sus restos arqueológicos, iglesias y casas tradicionales), un muy solicitado enclave turístico, ya que posee en sus inmediaciones una larguísima playa que los del lugar quieren convertir en algo similar a nuestra Costa del Sol, tan lejos de allí, en las tierras situadas a occidente que los griegos llamaron Iberia, y luego los romanos Hispania.
      
Mesembria-Nesebar (Bulgaria)
     
            Al igual que en el Ponto, también en Iberia eligieron los descendientes de los griegos asentados en Massalia (Marsella) un islote para fundar la que sería principal colonia griega en la Península Ibérica: Emporion.
             
        A un lado y otro del Mediterráneo, de Mesembria a Emporion, los inquietos griegos que se veían forzados a alejarse de sus ciudades de origen en busca de una vida mejor, llevaron su cultura, a la que tanto debemos. Conocerla será nuestro objetivo para los próximos meses.

Escena de banquete (Museo Arqueológico de Nesebar)
  

miércoles, 3 de julio de 2013

Siete buenas razones para visitar Mérida en verano

con ocasión de las siete las obras programadas dentro del 59 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida 2013:

del 5 al 7 de julio 
Ballet Nacional de España













                                                      del 10 al 14 de julio



 del 17 al 21 de julio















                                                       del 24 al 28 de julio



del 1 al 11 de agosto














                                                         del 14 al 18 de agosto



del 21 al 25 de agosto
















Buen verano. 
Καλό καλοκαίρι.