Descendientes de Ares, el dios de la guerra, eran las Amazonas,
mujeres guerreras que vivían en los límites del mundo conocido por los
griegos, sin estar sometidas ni en lo privado ni en lo colectivo a varón
alguno: a su cabeza se encontraba una reina, se bastaban a sí mismas,
cazaban, luchaban, montaban a caballo, empleaban hombres para las tareas
serviles, se unían a extranjeros ocasionalmente para reproducirse,
criaban a su lado únicamente a sus hijas y, junto a Ares, su divinidad
predilecta era, naturalmente, la guerrera y cazadora Ártemis. Algunos
atribuían a las Amazonas la fundación de Éfeso (donde estuvo el templo
de Ártemis, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo) o
de otras ciudades de Jonia.
Amazonas (Mausoleo de Halicarnaso, Museo Británico)
Se decía de ellas que mataban o mutilaban a sus hijos varones, o que se
eliminaban un seno para que no les estorbase en el manejo del arco, de
donde vendría su nombre: “sin (
a-) pecho (
mazós)”. Sin
embargo, en el arte se las representa con una túnica corta y uno de sus
pechos al descubierto, además de armadas y, ocasionalmente, con
pantalones como los de los escitas.
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Amazona (Museo Arqueológico de Tarento) |
El lugar en el que el imaginario de los griegos situaba tan temible
“mundo al revés”, se encontraba a veces en las laderas del Cáucaso, o en
Tracia (residencia predilecta de Ares), o en Escitia, o Capadocia.
Hasta tal reino se dirigieron, mal de su grado, algunos héroes griegos
como
Belerofonte, por orden del rey Yóbates que deseaba su muerte;
Heracles, cuando tuvo que conseguir, como uno de los doce trabajos encomendados por Euristeo, el cinturón de
Hipólita, el símbolo de su condición de reina de las amazonas; y
Teseo, que acompañaba a Heracles y se enamoró de
Antíope
(o Hipólita), a la que supuestamente raptó y con la que tuvo el hijo
que ha dado título a una de las más bellas tragedias de Eurípides,
Hipólito.
En cuanto a las leyendas que se crearon en torno a
Alejandro Magno, una relata que la reina
Talestris quiso tener un hijo con el rey macedonio, por considerarle un varón a su altura, pero él no accedió. Por su parte,
Dioniso sometió a las Amazonas durante su conquista del este, aunque con el tiempo se las consideró aliadas del dios, y no enemigas.
Amazona (Museo Arqueológico de Ancona)
Para los griegos de época clásica y su sociedad patriarcal, las mujeres
que no cumplen el papel que se les ha adjudicado (sumisas esposas,
hijas, heteras o esclavas) se convierten en una severa amenaza y un mal
ejemplo para las de su sexo, y de ahí el enorme interés mostrado en
representar en templos u otros edificios monumentales o en la pintura de
vasos el resultado de las batallas que los griegos han mantenido con
ellas y en las que siempre han resultado vencidas: dos buenos ejemplos
de Amazonomaquias son la del Partenón (metopas del lado oeste) y la del
Mausoleo de Halicarnaso, pero hay muchíimas más.
Amazona y griego (Museo Arqueológico de Corinto)
Dos célebres derrotas sufridas en su reino fueron resultado de sus
enfrentamientos con Belerofonte y con Heracles. Hipólita había accedido
voluntariamente a darle a este último su cinturón, pero la malvada Hera,
que odiaba a Heracles desde un nacimiento, hizo creer a las Amazonas
que raptaban a su reina y en la refriega murió la propia Hipólita.
Otras
dos derrotas tuvieron lugar fuera de su tierra: a Atenas se desplazaron las
Amazonas para vengar el rapto de Antíope, y acamparon en la colina de
Ares (donde se situó el tribunal que tiene su nombre, Areópago), pero
Teseo las venció, mientras que a las órdenes de la reina
Pentesilea fueron en auxilio de los troyanos, pero
Aquiles
la mató, surgiendo en él, según Tersites (el griego más deslengüado de
cuantos fueron a Troya), una pasión fulminante por la Amazona en el
mismo momento en que ella expiraba.
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Aquiles y Pentesilea (Museo Británico) |
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