Me preguntan por Ítaca.
Aquí está Penélope. En Ítaca. Esperando el regreso de un marido ausente desde hace veinte años. Diez los pasó luchando ante los muros de Troya; otros diez hace que partió de allí y no ha regresado a su isla. El palacio está lleno de pretendientes de insoportable insolencia, esclavas traidoras, su hijo en peligro, el anciano suegro retirado en el campo...
Día tras día, éste es su mundo, el que rodea el palacio al que llegó desde Etolia tras su boda... Ítaca.
(Homero, Odisea IX, 19-28 ; trad. de J.M. Pabón)
Y cuando, tras arribar a ella profundamente dormido, despierta, todo se le muestra extraño: las sendas, los abruptos roquedales, el cómodo puerto, los árboles llenos de hojas...
Realmente, se non è vero, è ben trovato...
(P.S. Mis fotografías son todas de Ítaca. He empleado la traducción de J.M.Pabón de Odisea, Gredos, Madrid 1982, porque me encanta).
Penélope (C. Dobletoglu) |
Día tras día, éste es su mundo, el que rodea el palacio al que llegó desde Etolia tras su boda... Ítaca.
Sitio de Exoyí-S. Atanasio. ¿El palacio de Odiseo? |
Muy lejos de allí está Odiseo. Ocupado en mantener a salvo su vida y la de sus compañeros, afrontando continuos peligros por obra de gentes bárbaras, de Posidón y de otras divinidades cuyos mandatos no han respetado. Va y viene de un lado al otro del mar entre tierras, según el capricho de los dioses.
Posidón le aborrece y él es un marino. Cegó al temible Polifemo, hijo del dios, devorador de hombres... Su curiosidad le pierde: él se introdujo voluntariamente en la cueva del Cíclope, y no por hambre, sino porque quería ver a aquel hombre y pedirle los regalos que como huésped le correspondían, desoyendo el prudente consejo de sus compañeros: huir cuanto antes. Ha pasado largos años con la dulce Calipso, es verdad que Circe quiso mantenerlo a su lado, pudo quedarse junto a la joven Nausícaa, pero añora su tierra:
Una reconstrucción de los viajes de Ulises más imaginativa de lo habitual (Stavrós) |
Posidón le aborrece y él es un marino. Cegó al temible Polifemo, hijo del dios, devorador de hombres... Su curiosidad le pierde: él se introdujo voluntariamente en la cueva del Cíclope, y no por hambre, sino porque quería ver a aquel hombre y pedirle los regalos que como huésped le correspondían, desoyendo el prudente consejo de sus compañeros: huir cuanto antes. Ha pasado largos años con la dulce Calipso, es verdad que Circe quiso mantenerlo a su lado, pudo quedarse junto a la joven Nausícaa, pero añora su tierra:
por mis muchos ardides; mi gloria
ha subido hasta el cielo.
Mi mansión está en Itaca insigne
en el mar, pues en ella
alza el Nérito excelso sus
bosques de trémulas hojas;
muchas islas también habitadas se
agrupan en torno,
tales Sama y Duliquio, con Zante poblada de
selvas;
baja es Itaca, empero, y,
repuesta en las sombras de ocaso,
ve a las otras alzarse del lado del sol y la
aurora.
Aunque abrupta, sustenta valientes muchachos;
no hay nada
que se muestre a mis ojos igual que mi tierra.
Y cuando, tras arribar a ella profundamente dormido, despierta, todo se le muestra extraño: las sendas, los abruptos roquedales, el cómodo puerto, los árboles llenos de hojas...
El abrigado puerto de Vací, principal ciudad de la isla |
Es
Atenea quien ha de hacerle de guía para que sepa dónde se encuentra:
Aquí
tienes el puerto de Forcis, el viejo marino,
y, a tu vera, en su fondo, el olivo
de gráciles hojas;
junto a él una cueva sombrosa y amena, recinto
de las ninfas
del agua que llaman las náyades,
gruta espaciosa y cubierta en que tú tantas
veces hiciste
hecatombe perfecta a las diosas; y mira a este lado,
la montaña
del Nérito envuelta en sus bosques.
(Homero,
Odisea XIII 345-351; trad. de J.M.Pabón)
Emprender
el viaje hacia Ítaca, sea o no la que este nombre lleva la verdadera tierra del Odiseo homérico, es, no sólo por devoción a Cavafis, una necesidad
compartida por cuantos nos hemos dejado seducir por Homero. Allí, en el mar Jónico, sigue anclada la isla. No importa tanto la arqueología como emplear los cinco sentidos y, sobre todo, dejarse llevar por la imaginación, como quienes escuchaban a Homero o al aedo de turno…
Cueva de las Ninfas |
Alalcomenas (al fondo, Cefalonia) |
Realmente, se non è vero, è ben trovato...
(P.S. Mis fotografías son todas de Ítaca. He empleado la traducción de J.M.Pabón de Odisea, Gredos, Madrid 1982, porque me encanta).
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