Alcestis es, en la mitología griega, la joven y fiel esposa del rey Admeto, que se ofrece a morir en lugar de él cuando la Muerte viene a buscar a su marido. Admeto podía seguir viviendo a condición de encontrar a alguien dispuesto a morir en lugar de él. Sus suegros, aunque de edad avanzada, se negaron a hacerlo, pues, pese a ser viejos, "ver la luz" también era dulce para ellos. Alcestis, tierna madre de hijos pequeños, sí aceptó entregar su vida a cambio de la de su esposo, pero cuando Heracles se la arrebata a puñetazos a la Muerte para consolar la pena del amigo que acaba de quedar viudo, Alcestis no cuenta nada de las cosas del más allá, pues no habla. Así ocurre en la Alcestis de Eurípides, justificándolo Heracles porque la ley divina ordena que no tenga voz hasta que se purifique de su consagración a los dioses infernales y pasen tres días (versos 1144 ss.).
A diferencia de lo que ocurría con una de las centurionas, que, al igual que Alcestis, se había quedado completamente sin voz y, como dice el proverbio, "más muda que un pez" (sin poder echar la culpa de su afonía al desorden y al tumulto de la tropa), los Contubernales que acudieron el pasado 15 de marzo a la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid para recoger un premio a la innovación educativa que les había concedido la Delegación de Madrid de la Sociedad de Estudios Clásicos, se mostraron (vencido un cierto nerviosismo inicial) locuaces y desenvueltos y expusieron la experiencia realizada, tras una breve introducción de carácter más académico realizada por la co-centuriona dotada de voz. Luego posaron junto al escudo de la Facultad, de Filosofía y Letras que combina una antorcha y una columna, símbolos del saber (la Filosofía) y de Grecia y Roma (y las lenguas clásicas: el griego y el latín).
Cruzar el Leteo hace un año no nos ha hecho olvidar lo que sabemos. Algunos Contubernales cursan ya estudios universitarios, otros están próximos a iniciarlos, aunque a los más jóvenes les espera todavía otro año en la milicia. Continuaremos nuestra marcha, fieles a nuestra divisa: Cave quid facias!
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