¿Y ahora dónde vamos?, película de la directora libanesa Nadine Labaki en cartel en estos días y que tiene como tema principal hasta qué extremos están dispuestas a llegar las mujeres para evitar que los hombres (sus esposos, sus hermanos, sus hijos) se maten entre sí, trae enseguida a la memoria el tratamiento del pacifismo panhelénico de las griegas en la Lisístrata de Aristófanes. El conflicto se da en la película entre cristianos y musulmanes, y en la comedia entre atenienses y espartanos, pero en ambos casos se trata de una guerra que enfrenta a miembros de un mismo pueblo, de una raza común.
Nada más empezar, un coro de enlutadas mujeres hace su entrada danzando, con las fotografías de sus amados muertos en las manos. Se dirigen juntas al cementerio, pero al llegar allí, se convierten en dos semicoros: unas se dirigen a tumbas de cristianos, y otras a las de musulmanes. Este comienzo parece apto para una tragedia -luto, lamentos...-, pero la directora ha preferido que la película fuera tanto una comedia como un drama porque "burlarse de las desgracias es una manera de sobrevivir y encontrar fuerzas para seguir adelante".
Es aristofánica (y un rasgo propio del héroe cómico en general) la facilidad de las mujeres para inventar toda clase de ardides que desactiven, uno tras otro, los continuos conflictos que se suscitan entre los hombres, los cuales no necesitan gran cosa para salir inmediatamente en busca de las armas que guardan escondidas, exigiendo cumplida venganza. Todos viven en un pueblo de montaña muy aislado, del que apenas salen, y estas mujeres "pacifistas" cuentan con un cierto grado de complicidad del sacerdote y del imán. Por cierto, en cosas de religión al primero nos lo muestra la directora como un hombre tolerante; al segundo, ya se encarga de no ponerle en situación comprometida.
En esta fábula moderna, los varones se dejan engañar y distraer fácilmente, de manera que el elemento principal empleado por Lisístrata y sus aliadas para lograr la paz -la abstinencia sexual hasta que acabe el conflicto-, se descafeína convertido en la llegada al pueblo de un grupo de despampanantes rusas, de vida alegre, contratadas por las propias mujeres del lugar, con cuyo atractivo erótico y mundano parece obligado que olviden sus rencillas los hombres. Ellos son muy "básicos", ellas muy "astutas". Tópicos de la comedia.
Destaco finalmente el empleo del coro "a la griega", separando episodios, y en especial la preparación de una comida repleta de sustancias estupefacientes, mientras las palabras del canto acompañan la acción. Dijérase que estar perpetuamente "colocados" es la única solución posible a un conflicto que tiene visos de no acabar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario