Ese era el problema de Psique, según nos cuenta Apuleyo, que, aunque fuera una simple mortal, su
belleza asustaba a cualquier pretendiente y era venerada como si fuera una diosa, despertando los celos de la mismísima Venus, que ordenó a su hijo Cupido, el taimado lanzador de flechas, que hiciera que la muchacha se enamorara del ser más miserable de la tierra. Las dos hermanas mayores de Psique, no tan hermosas, estaban ya casadas con sendos reyes. Por ese motivo, su padre, que era un rey,
consultó el oráculo de Apolo en Mileto, el cual le indicó que debía vestir a la joven como para
un entierro y abandonarla en una roca en la cima de un monte para que la tomara
como esposa un fiero y cruel ser temido por el mismo Júpiter. Por más pena que le diera, hubo de
cumplir las instrucciones, y allí quedó en soledad y presa de la
desesperación la bella muchacha, hasta que un viento la llevó por los
aires y la depositó en un verde valle. Psique se quedó dormida sobre
el césped y al despertar se encontró en el jardín de un palacio de oro, plata, piedras preciosas y
mármol. Al entrar en las distintas estancias, las puertas se abrían
solas y oía unas voces sin cuerpos que aseguraban estar a su servicio. Al llegar la
noche, llegó el esposo y le advirtió que, si no quería perderle para
siempre, no debía verle jamás.
Pasaron días. Durante el día, estaba sola en el palacio; de noche, su
esposo la visitaba y Psique lo amaba más de lo que podría querer al mismísimo Cupido, pero echaba de menos a sus padres y hermanas, que creerían
que ella había muerto, y pidió permiso para verlos. El esposo, muy a su pesar y tras advertir a Psique que no debía hacer caso a los malos consejos de sus hermanas,
acabó cediendo a sus ruegos. El viento las trajo al palacio desde el lugar
donde la habían abandonado, y pudieron contemplar el lujo en el que vivía, aunque Psique no les reveló lo poco que sabía sobre su marido. Llenas de envidia, las hermanas, mientras iban de regreso a sus casas, comenzaron a maquinar la manera de matarla. Entre tanto, Psique ya estaba embarazada y continuaba recibiendo advertencias de su marido para que olvidara a quienes tan mal la querían, pero, en una nueva visita, ellas convencieron a
Psique de que escondiese una navaja y una lámpara en su habitación, para ver y asesinar a su
desconocido marido, el monstruo, mientras estuviera dormido.
Así
que la joven estuvo de vuelta en el palacio, hizo lo que sus hermanas
le habían indicado, y en lugar de una fiera, vio a un bello muchacho, Cupido, el Amor en persona, y se pinchó con una de sus flechas, cayendo rendidamente enamorada del dios, pero una gota del aceite hirviendo
de la lámpara cayó sobre el bello durmiente y lo despertó. Cupido tenía que
cumplir su amenaza de separarse de ella para siempre y abandonó muy enfadado el
palacio.
Psique intentó suicidarse, sin lograrlo; luego se lanzó por el
mundo de un lugar a otro en busca de su marido, y no la quisieran ayudar ni Juno ni Ceres, por lo que se presentó ante Venus, que estaba aún más irritada que antes contra ella porque ahora el propio Cupido estaba enfermo de amor. La diosa la atormentó y le impuso difíciles
pruebas, incluído un descenso al Hades para pedir a Perséfone un frasco
del agua que daba hermosura a la diosa, frasco que Psique no debía abrir, pero lo hizo por si de esta manera conseguía recuperar a Cupido, cayendo
sumida en un profundísimo sueño igual a la muerte. Al verla en tal situación, Cupido la despertó tocándola con una de sus flechas, y subió al Olimpo a pedir permiso a Zeus para casarse con
ella. El dios se lo concedió, hizo inmortal a Psique y Venus tuvo que reconciliarse con la joven que tanto había sufrido por amor. Al final nació una niña, el Placer.
Por cierto que las hermanas de Psique murieron de mala muerte por querer ocupar el lugar de su hermana.
Por cierto que las hermanas de Psique murieron de mala muerte por querer ocupar el lugar de su hermana.
¿No te suena de algo esta historia? ¿Una Bella sufridora y una Bestia que al final no resulta ser tan bestia?
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